Romanos- Cristo Juzgará al Hombre

Romanos- Cristo Juzgará al Hombre

Leer Romanos 2:1-16

Continuamos con el capítulo 2 de la carta del apóstol Pablo a los romanos. En este capítulo el apóstol habla fuertemente contra aquellos que confían en la ley para ser salvos, les muestra su doble moral cuando juzgan a otras personas a pesar de que ellos mismos son culpables de los mismos delitos y pecados. Esto mis hermanos, es una falta grave que Dios no aprueba de ninguna manera. Pablo nos muestra que solamente Dios es capaz de juzgar al hombre con justicia, y eso es precisamente lo que apóstol explica en los versos 6 al 16. También explica más sobre como la ley opera en los corazones de los hombres. “Él juzgará a cada uno según lo que haya hecho. Dará vida eterna a los que siguen haciendo el bien, pues de esa manera demuestran que buscan la gloria, el honor y la inmortalidad que Dios ofrece; pero derramará su ira y enojo sobre los que viven para sí mismos, los que se niegan a obedecer la verdad y, en cambio, viven entregados a la maldad.” (Romanos 2: 6-8, NTV). Noten en este verso la importante distinción que el apóstol hace. Sin duda alguna, Dios juzgará a cada hombre según sus acciones. De tal juicio, habrá solamente dos posibles resultados. En el primero de ellos, según se nos dice en el verso 7, dará vida eterna a los que siguen haciendo el bien. Dense cuenta que lo que Dios espera es que hagamos el bien continuamente, no se trata de hacer algunas buenas obras y después decir, “bueno, yo ya hice suficiente,” no mis hermanos, la vida en Cristo es una larga carrera, con sus altas y bajas, con tiempos de bonanza y tiempos de escases, con momentos de alegría y momentos de tristeza, todo esto forma parte de la experiencia del ser humano, cristianos o no. No obstante, Dios espera que continuemos haciendo el bien día con día, ¿Por qué? La respuesta nos la da el apóstol en la segunda parte del verso 7, porque haciendo esto, el cristiano demuestra que verdaderamente busca la gloria, el honor y la inmortalidad que el cielo ofrece. La práctica continua del bien, por parte de aquellos que han recibido a Cristo muestran así que son serios y comprometidos con Dios, demuestran que verdaderamente han sido cambiados por el gran YO SOY. Dios conoce quienes son los suyos y quienes dicen ser suyos. El segundo resultado es el castigo de Dios sobre aquellos que viven de manera egoísta, sobre los desobedientes y todos aquellos que se complacen en hacer la maldad. Sobre este segundo grupo de personas, la ira y enojo de Dios serán derramadas.

En el verso 9 y 10 el apóstol continúa y dice, “Habrá aflicción y angustia para todos los que siguen haciendo lo malo, para los judíos primero y también para los gentiles; pero habrá gloria, honra y paz de parte de Dios para todos los que hacen lo bueno, para los judíos primero y también para los gentiles.” Con palabras bastante directas, el apóstol deja claro que Dios jamás pasara por alto los pecados de los hombres, aquellos que no se arrepintieron pagarán un precio muy alto, es triste ver como este tema ya no se predica mucho, en un mundo en el cual se procura estar bien con todos, se han excluidos algunas de las advertencias más duras para evitar que la gente se sienta ofendida. Pero es precisamente, entre muchos otros propósitos de la palabra de Dios, que nos sintamos ofendidos o avergonzados de nuestros pecados y malas acciones. Si, la palabra de Dios nos levanta y nos fortalece, pero también nos examina y redarguye, no por nada el autor de los hebreos compara la palabra de Dios con una espada de dos filos. Las palabras “para los judíos primeramente y también para los gentiles” implica un orden, y nos dice que, como pueblo de Dios, recibirán un castigo muy severo por hacer lo malo, dado que fue al pueblo de Israel a quienes originalmente vino el Cristo, ellos sufrirán las consecuencias de su decisión de manera prioritaria. Pero también los gentiles recibirán el mismo castigo que ellos de manera secundaria. El mencionar a tanto judíos como gentiles también implica simplemente que todos los seres humanos, sin importar a cuál de estos dos grupos pertenecen, serán igualmente castigados. Por el contrario, para todos aquellos que hacen lo bueno, el Señor les dará gloria, honra y paz. De igual manera, los judíos recibirán estos beneficios por parte de Dios de manera prioritaria. Por haber hecho lo que es bueno, por haber permanecido en la verdad, el Señor los premiará. Pero también los gentiles, a quienes nos fue extendida la gracia que los judíos rechazaron, también el Señor nos premiará si continuamos haciendo lo bueno. En el verso 11, el apóstol simplemente hace la aclaración de que Dios no tiene favoritos, todos de igual manera recibiremos castigo si hacemos lo malo, o recibiremos gloria, honra y paz si hacemos lo bueno.

Dentro de estos dos grandes grupos de personas en el cual caemos todos los seres humanos, me refiero a gentiles y judíos, todos correrán la misma suerte tanto si obedecen a Dios como si no. El verso 12 dice así, Los gentiles serán destruidos por el hecho de pecar, aunque nunca tuvieron la ley escrita de Dios; y los judíos, quienes sí tienen la ley de Dios, serán juzgados por esa ley porque no la obedecen.” (Romanos 2:12, NTV). En el grupo de los gentiles, quienes nunca tuvieron la ley escrita de Dios, serán castigados por el hecho de pecar. Noten que el hecho de no conocer la ley, no nos hace inocentes delante de Dios, todo aquel que haya pecado está ya destituido de la presencia de Dios. Y los judíos que, si tienen la ley de Dios escrita, serán juzgados por la misma ley por cuanto no la obedecen. ¿Ha donde nos lleva esto? La conclusión es que todos, de una manera u otra hemos pecado, con o sin conocer la ley, todos somos culpables delante de Dios pues no hay ni un solo ser humano que no haya pecado. Estas palabras son claves, Pablo no está escribiendo de manera incongruente, está preparando a sus lectores para lo que va explicar en el capítulo 3; en el cual nos dice que el regalo de la salvación lo tenemos solamente por la gracia de Dios, por haber tenido fe en el hijo de Dios.

Para disipar toda duda acerca de la inhabilidad del hombre para justificarse por medio de las leyes escritas, Pablo nos dice, “Pues el simple acto de escuchar la ley no nos hace justos ante Dios. Es obedecer la ley lo que nos hace justos ante sus ojos.” (Romanos 2:13, NTV). En el segundo grupo, el de los judíos, había muchos eruditos de la ley, verdaderos conocedores de la materia, el mismo Pablo era uno de ellos, pero de nada sirve conocer la ley si no somos capaces de obedecerla, y todo hombre que es medido de acuerdo a la santa ley de Dios, falla y queda corto ante la exigencia de la ley. El hecho de escuchar la ley día y noche no nos hace justos delante de Dios, es la obediencia a la ley lo que nos hace justos delante de Dios, pero el gran dilema humano es que no ha habido ni habrá persona alguna que sea capaz de cumplir toda la ley. Es por eso que Cristo vino y tomó forma de hombre, fue él quien, si cumplió la ley cabalmente, él es nuestra justicia, él lo hizo por nosotros, y es solo por medio de Cristo que podemos obtener salvación. De regreso al primer grupo, al de los judíos, “Aun los gentiles, quienes no cuentan con la ley escrita de Dios, muestran que conocen esa ley cuando, por instinto, la obedecen, aunque nunca la hayan oído.” (Romanos 2:14, NTV). En este verso el apóstol da crédito al hecho de obedecer la ley de Dios aun de manera inconsciente, esto es, sin conocerla. Acerca de los gentiles obedientes el apóstol dice, “Ellos demuestran que tienen la ley de Dios escrita en el corazón, porque su propia conciencia y sus propios pensamientos o los acusan o bien les indican que están haciendo lo correcto.” (Romanos 2:15, NTV). Y esto de que tienen la ley escrita en el corazón no es mero romanticismo, sino el nuevo pacto que Dios prometió por medio del profeta Jeremías, la biblia dice así, “Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel después de esos días —dice el Señor—. Pondré mis instrucciones en lo más profundo de ellos y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.” (Jeremías 33:13, NTV). Esto hermanos, no es otra cosa sino Cristo en el corazón del hombre, toda vez que Cristo es Señor de una vida, el da concejo por medio del Espíritu Santo quien ahora vive dentro del cristiano, y es él quien nos guía para discernir lo que es malo y lo que no debemos hacer, de tal modo que la ley escrita cobra vida en el corazón de creyente por medio de Cristo.

Todas nuestras acciones son conocidas delante de Dios, sean buenas o malas, nada se escapa del ojo examinador del Señor, nadie se puede pasar de listo delante de él. Quizá tengamos éxito temporalmente en ocultar nuestros pecados para que otros no los sepan, pero está claro que un día serán revelados y seremos juzgados por Cristo. Esto lo deja claro el apóstol en el verso 16 donde dice, Y el mensaje que proclamo es que se acerca el día en que Dios juzgará, por medio de Cristo Jesús, la vida secreta de cada uno.” (Romanos 2:16, NTV). Es por eso que hoy es el día en el que debemos confesar nuestros pecados a Dios y arrepentirnos delante de él, porque quizá la próxima vez que abramos los ojos sea para ver su rostro, en el tribunal de Cristo.

Aquí terminaremos en esta ocasión, que el Señor te bendiga y te llene de bendiciones.

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